En el Código de Faltas conviven figuras que no sancionan conductas concretas, sino que dejan un amplio margen de arbitrariedad a la Policía para perseguir a diferentes grupos de personas según estereotipos construidos en base a su color de piel, vestimenta o barrio. La utilización de esta maquinaria punitiva significa un constante acoso policial, principalmente, sobre jóvenes hombres de entre 18 y 25 años de edad provenientes de los barrios pobres de la ciudad y con determinadas características socioculturales. Esto, ha dado lugar a lo que se conoce como detenciones por “portación de rostro”. En Córdoba, cada 20 de noviembre, nos movilizamos en la Marcha de la Gorra para pedir la anulación del Código de Faltas.